miércoles, 20 de junio de 2012

Sola...

Hace rato que estoy sola.
Vivo sola, y no me duele la soledad pues no me falta compañía.
A veces me visitan, otras, salgo y tardo tanto en volver que mis plantas me miran amarillas del susto (pobres).
Otras veces nado en el sofá con mil amigxs de mundos fantasiosos mientras Mr. Cohen me susurra poemas al oído.

En ocasiones miro la puerta que me regaló Noah; una puerta que está siempre abierta y que lleva a donde yo quiera ir.

Me baño y dedico el rato que quiera a acicalarme, me aceito me peino me pinto me quiero... y me siento nueva.

Estoy conmigo, y aunque me falte... no quiero echar de menos.

martes, 19 de junio de 2012

náufragas urbanas...


No escribía porque mi miedo patológico a hacer daño me bloqueaba las falanges (anatómicas, no se vayan a creer) y las palabras reculaban de puntillas en mi mente... "aun no es buen momento, deja que pase algo más de tiempo".
Cerraba el blog y seguía... Seguía machacándome por mala, más que mala.
Por dejar que el amor se apagase, por no cuidar de quien cuidó de mí. Mala por desear y no saber acceder a las puertas que abren mi placer. Mala, más que mala, porque no naciste ni para monógama ni para compañera. Mala, por solterona romántica  a quien no le hace daño la soledad, pero sí la falta de compañía. Mala malísima por conjurar las energías para que nos pongan lo antes posible a cada cual en su lugar, y no dilatar por más tiempo la indecisión, las dudas y los deseos mentales (que no se corresponden con los viscerales). Mala, porque no quiero trabajar, por querer irme, siempre, desde siempre, pero no para siempre. Más que mala porque quiero quererme y no puedo, quiero cuidarme y se me olvida, quiero escucharme y no me oigo.
Mala porque prefiero que me secuestre una amiga en Barcelona, a volver a asumir las responsabilidades que acepté por encargo. Mala por no saber decir que no, mala porque estoy aprendiendo a hacerlo, y a veces tengo que empujarlo por mi garganta y de la fuerza le acabo golpeando los tímpanos a quien me escuchaba atentamente.

Mala, por primera vez en mi vida. Porque siempre llevé gafas y sobresalientes, sonrisas complacientes, porque nunca tuve una mala cara, ni una palabra más alta que la otra, ni un ligue que mi familia no pudiera asumir. Porque ahorré como una hormiguita y trabajé hasta deslomarme, sólo para poder invitar a mis amigas al cine e irme lejos de viaje, a respirar aire fresco entre desconocidxs.
Mala, porque "prefiero el trapecio, para verlas venir en movimiento."

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Llueve. Llueve a mediados de junio y a mí me alegra el día, pero me da pereza.
He venido a mi blog a recoger un regalo, un regalo que para mi sorpresa, me dice: "cuánto hace que no escribes", y yo le digo, "mucho".