lunes, 10 de septiembre de 2012

Ser Culta y Sabia...

"Redacte un pequeño currículo, y le llamaremos para una entrevista personal".

Y yo me pongo a redactar mis aprendizajes, cursos y formaciones. Paso y repaso mentalmente por un viaje largo, larguísimo, por formaciones, cursos, talleres, cursillos... Redacto mi experiencia, durante diez años (desde que la educación formal terminó), en teoría y praxis de las relaciones humanas. Y recuerdo...

De pronto me paro, frente al email, orgullosa. Me siento una mujer culta, cultivada, rellena por dentro. Siento que tengo una sólida base para dedicarme al trato humano, a la relación con los cuerpos y las emociones. Viéndolo, tengo claro que SÉ. Sé muchas cosas, aunque no suelo saber que las sé. O sé que las sé, pero no le doy importancia.

Siempre creo que ser culta es saber visitar museos, ir a la universidad, leer a Fouccault y Judith Butler o ver películas de Fellini y Trouffault (disculpen todas las patadas lingüísticas a los personajes nombrados, hoy no quiero corroborar en Google si los sé escribir correctamente o no). Siempre creí que ser de carabanchel, que leer harry potter y decir ejke, ajko y ojkar, eran incompatibles con la cultura.
Jamás valoré que entender la motricidad de los cuerpos, saber cómo funcionan los dolores corporales, manejar diferentes formas de expresar lo mismo, y tener vocabulario para ponerles palabras a los sentimientos o las emociones, también son cultura. Que saber estar con gentes de distintas clases sociales, de diferentes procedencias y niveles culturales, también es cultura.
Así que sí, yo también soy culta, por mucho que no hable cinco idiomas, me aburra en los museos y lea fantasía y ciencia ficción.
Porque la sabiduría es cultura, y pocas veces está en los títulos universitarios...

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